Pienso que el karma te servirá tu mejor menú,mi corazón está en banca rota; aquí ya no hay amor para nadie.Le di mis mejores recuerdos al Alzheimer además yo no creo en la democracia porque los estúpidos siempre van a ser mayoría Y estoy genéticamente impedida para ser romántica. Cualquier necio puede escribir en lenguaje erudito,la verdadera prueba es el lenguaje corriente para eso considero ser buena.
martes, 23 de abril de 2013
Reseña Crimen y Castigo Fiódor Dostoievski
Crimen y Castigo Fiódor Dostoievski
A lo largo de la historia, el mundo de la literatura, afortunadamente para nosotros, nos ha dejado como herencia algunas joyas literarias cuyo gran valor ha sido cuestionado en escasas ocasiones. El brillo de esas joyas siempre permanece inalterable, embelesándonos eternamente. Son muy pocas las que obtienen esa merecida inmortalidad y no quedan olvidadas en el contenedor de la mediocridad, mientras se arrugan, se amarillean y desaparecen tanto físicamente como en la mente de los lectores.La capacidad narrativa del escritor, ser un fiel retrato de la sociedad rusa de aquella época, su buena función estética, su novedoso carácter psicológico…La relación entre la culpa y el castigo y la idea de la fuerza redentora del sufrimiento humano, planteando con todo vigor el conflicto entre el Bien y el Mal, ese dualismo ético que es una constante en la obra del autor. Bajo el armazón naturalista de una novela de tesis, subyace una alegoría metafísica y moral. Observa Dostoyevski que el castigo no intimida al criminal, 'pues éste de por sí pide ya moralmente un castigo'.
Un San Petesburgo tormentoso donde los sueños no existían y la crueldad deambulaba por las calles, donde la muerte enterraba sus raíces en las casas de los más desdichados y sus gentes sentían en las plantas de los pies el punzante dolor. Eran tiempos de vidas duras que no sólo han quedado narradas en esta novela, sino también en otras tantas de este autor (El jugador, El idiota, Los hermanos Karamázov…) siempre barnizadas con la misma crudeza.
A través de la figura de Raskólnikov, estudiante y protagonista de la historia, Dostoievski nos conduce al complejo mundo de los pensamientos y la conciencia del ser humano. Tiene una gran maestría a la hora de expresar aquello que queda oculto en la cabeza de nuestro protagonista y transmitirlo al lector como si esos pensamientos adquirieran voz propia. Dostoievski pone el acento a la novela en la introspección psicológica y establece una dualidad en el protagonista, un desdoblamiento donde luchan, por una parte la necesidad de ocultar el crimen y por otra parte la obligación de confesarlo todo y deshacerse de ese sentimiento de culpa.
Raskólnikov comete un despiadado crimen, asesinando y robando a una anciana usurera para pagarse los estudios, planeado a conciencia y ejecutado atropelladamente, de una forma totalmente diferente a la ideada. El asesinato de las dos mujeres (la segunda la mató para eliminar testigos) le acarrea graves consecuencias en las cuales no había pensado a priori, entre ellas un sentimiento de culpabilidad que será su castigo. Esto le obliga a permanecer encerrado en una minúscula habitación alquilada donde se tortura y entabla una ardua lucha entre aquellos opuestos pensamientos que lo merman poco a poco. Hablamos de un hombre destinado a debatir consigo mismo. Todo ello le obliga a escapar de su familia, a evitar a sus amigos, a huir de la vida porque teme que alguien llegue a sospechar de él y lo delate, privándole así de misma la vida y la libertad. Como muy bien dijo Stefan Zweig sobre este personaje: “Apartado del mundo por amor al mundo”.Fiódor Dostoievski define muy bien el personaje de Raskólnikov, al principio de la novela dándole bastante fuerza e ímpetu: un joven, que toma la justicia por su mano, capaz de decidir la muerte de una persona porque no hace ningún bien a la sociedad y más tarde le otorga al personaje una debilidad psicológica,consecuencia del peso del remordimiento de conciencia. Algo que ni el hombre más fuerte es capaz de soportar sin recurrir a la locura y mucho menos en esta época que me ha tocado vivir donde todos toman justicia por mano propia.
Después de disfrutar de la experiencia de leer Crimen y castigo, uno se da cuenta de la calidad, además de conocer la Rusia del siglo XIX gracias a sus detalladas descripciones, Dostoievski ahonda en el tema de la introspección psicológica mucho más que otros escritores de la época. Sabe muy bien centrar la novela en ese aspecto y desarrollarlo satisfactoriamente.
En definitiva, se trata de una novela densa, intensa, para leerla con paciencia, para intercalarla con otras lecturas más livianas si la encontráramos soporífera en algunos fragmentos (con frecuencia pueden llegar a serlo), pero sin abandonarla por muy lento que sea el ritmo, ya que el ejercicio de su lectura es una delicia. Podría tomar prestada la frase de Oscar Wilde para definir esta novela: “Es una obra de arte porque tiene una música tan dulce como la del violín, un color tan vivo como el de las telas venecianas y la forma plástica no menos segura y cierta como la que se revela en el mármol”. Sería un crimen y no un castigo (como lo considera todo aquel poco asiduo a la lectura) el no darle una oportunidad a esta obra magnánima de la literatura universal.
lunes, 22 de abril de 2013
¡Rock & Roll para esta mesa por favor!
En los años 60 tuvo lugar un fenómeno social sin precedentes. Los jóvenes de Norteamérica –y, luego, los de otros países occidentales– se rebelaron contra la sociedad de sus mayores y emprendieron una ardua búsqueda de nuevas experiencias: recuperación del propio cuerpo, revolución psicodélica, no violencia, irracionalismo-misticismo. Fue un intento de construir un mundo libre de la alienación de la tecnología, de la deshumanización del dinero, de la violencia y la injusticia. La historia de esa revolución es una página inolvidable de nuestra época, cuyos ecos aún resuenan.
El rock: una fiebre que no cesa
Uno de los signos de identidad fundamentales de la juventud de los años 60 fue la música. El rock remontó todas las etapas por las que atravesó el movimiento hippy: ascenso, estancamiento y caída. Incorporado a la cultura contemporánea, su vigencia a través de cambiantes escuelas y modalidades se conserva robusta. ¿Qué es el rock? En principio un hijo del jazz, un producto nato surgido de las entrañas de Estados Unidos. El rock procede, en realidad, de la fusión de dos ritmos: el blues, la expresión musical por excelencia del negro americano, y el country, el folklore musical de algunas regiones del interior de Estados Unidos, sobre todo de los Ozarks y Apalaches, zonas crónicamente abandonadas por sus pobladores en permanente flujo hacia las grandes ciudades. De la música de los negros y de los marginados surgió el rock and roll; primero se llamó race music y luego adoptó su definitivo nombre, que resaltaba el sentido erótico del ritmo –rock y roll aluden a los movimientos de los bailarines-, consustancial con el vitalismo que caracterizó siempre al jazz.
Rock around the clock
Un músico blanco bastante oscuro, Bill Haley, fue quien catapultó el rock a la fama con su tema Rock around the clock. El Rock del reloj se convirtió en una auténtica fiebre que dominaba la vida juvenil de Estados Unidos y de buena parte del mundo. Los jóvenes, muchos de ellos adolescentes, bailaban en los pasillos de los cines cuando escuchaban aquel fraseo inolvidable: “One, Two, Three O`Clock, Four O`Clock Rock…”. Muchos pensaron entonces que sería un fenómeno pasajero. Si bien Bill Haley pronto fue olvidado, el rock and roll, convertido simplemente en rock le sobrevivió largamente. Casi en seguida, un teenager de Memphis comenzó su carrera hacia el estrellato: Elvis Presley. En un principio, el rock encontró una fuerte oposición en la sociedad tradicional.
Elvis the Pelvis
El aire erotizante y los furiosos meneos de cadera de Elvis, al que sus patrocinadores astutamente presentaban como Elvis the Pelvis, contribuían a hacer del rock un fenómeno prohibido y maldito, que provocaba quiebras y tensiones en la familia norteamericana. Pero la adhesión de millones de jóvenes fue más fuerte que toda represión. De nada sirvió el apocalíptico juicio del reverendo David Noebel, de la Christian Crusade, que a comienzos de los 60 aún sostenía que el rock “forma parte de un plan sistemático que tiende a convertir a toda una generación de jóvenes americanos en enfermos mentales, emotivamente inestables, con objeto de hipnotizarles y preparar su futura sumisión al control de los elementos subversivos”.
Cuando parecía que el rock americano se eclipsaba, recibió un refuerzo desde el otro lado del océano.
Los Beatles ¡¡¡ MIS GRANDES !!!
Los Beatles, y luego los Rolling Stones, consolidaron el ritmo y le aportaron nuevos matices y estilos. Sobre todo, insertaron el rock en el seno de una inmensa red de intereses comerciales: organizadores de conciertos, compañías multinacionales discográficas y toda la parafernalia de la industria del ídolo. Cuando el movimiento adquirió una tónica politizada –Vietnam, revueltas estudiantiles, luchas raciales– surgió otra de las estrellas del rock: Bob Dylan, el juglar venido del Greenwich Village,
y con él la variante de la canción de protesta, aunque Dylan sólo fue un poeta solitario, sensible a los temas de su momento. De los viejos Beach Boys, a Credence Clearwater Revival, de Little Richard y The Mamma`s and the Pappa`s hasta las figuras actuales, siempre renovadas por una industria que fagocita a sus héroes, toda una larguísima sucesión de creadores han mantenido la llama sagrada del rock y siguen dando testimonio de su inagotable y vigorosa riqueza artística.
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